lunes, 30 de diciembre de 2013

UNA NAVE SIN RUMBO

Como cada final de año toca hacer balance de lo acontecido en los pasados doce meses. Es bueno practicar este ejercicio de reflexión que nos permite analizar los avances, retrocesos o estancamientos en determinados asuntos que afectan a la vida de los ceutíes y a la propia conformación física de esta ciudad. Vivimos inmersos en una continua aceleración de la historia, que nos arrastra a todos como lo hace una ola con los guijarros de la orilla. Este proceso nos impide tomar conciencia de la dirección hacia la que nos empuja unos acontecimientos que se suceden a una velocidad vertiginosa. Nos falta perspectiva para observar cómo nos condiciona el pasado, nuestra aportación desde el presente y las probabilidades y  posibilidades que se nos presentan de cara al futuro.
            El pasado no nos deja nunca, de modo que una parte de nuestro futuro nos viene dado. En el ámbito social, por ejemplo, tenemos que contar con las persistencias institucionales que no pueden alterarse de forma súbita. Nuestras actitudes, costumbres y mentalidades son igualmente aspectos de nuestra existencia  que varían a un ritmo inferior al de los tiempos. Son como un ancla, que si bien limitan la posibilidad de caer en el caos y verse arrastrado por el intenso oleaje, impide que la nave colectiva navegue a favor del viento y avance hacia su destino. Estamos obligados, por tanto, a tirar por la borda parte de las ideas que lastran la nave y levantar anclas con decisión y energía.
            El éxito de nuestro metafórico viaje a través del ancho mar de los tiempos va a depender de la fortaleza de la nave y la buena disposición de la tripulación. Los primeros maderamen de nuestra embarcación fueron traídos por los fenicios, a los que sumaron los que clavaron romanos, bizantinos, árabes, portugueses y españoles. Se trata de una pequeña nave, apenas un jabeque. Durante los últimos tiempos ha sufrido importantes daños. Nuestra transformación del entorno no ha respetado la singularidad y la belleza de Ceuta. Hemos consumido de manera feroz  nuestro capital natural, que constituye un tipo de suministros irremplazables y vitales para la supervivencia en la navegación  a mar abierto. Para agravar la situación, nos venimos comportando como una tripulación irresponsable que despilfarra los escasos recursos básicos (agua, energía y suelo) disponibles en la despensa.
            Ahora la nave se enfrenta a un grave problema: tiene exceso de tripulantes. No se trata, desde luego, de tirar a nadie por la borda ni hacer que algunos caminen por la tabla para dar de comer a los tiburones.  El problema de desbordamiento de la capacidad de carga de la nave ha sido causado por los últimos capitanes de la nave y por la miopía del Almirantazgo Mayor, el Estado, que ha permitido un enrolamiento excesivo en las pequeñas embarcaciones de Ceuta y Melilla. Debido a ello la tripulación se aloja en situación de hacinamiento en las reducidas literas de la nave. El malestar no deja de crecer, la crispación se palpa en el ambiente, las peleas son continuas, las armas de fuego se sacan de los cintos sin miramiento,  la holgazanería picaresca forma ahora parte sustancial del carácter de la marinería y hasta los responsables del timón se comportan como pícaros irredentos. El resultado es una nave ingobernable, en la que reina la anarquía y el desorden. Nadie asume sus responsabilidades. Todos actúan como un mero conjunto de individuos, cada uno de los cuales se empeña en su felicidad privada y particular sin preocuparle el bienestar y los intereses de sus compañeros de viaje.
            Demasiado tarde, quizás, el nuevo representante del Almirantazgo, ha impulsado una nueva política de enrolamiento. Sin embargo, las medidas adoptadas son claramente insuficientes. Han retirado la documentación a unos mil “polizones”, pero estos siguen en el interior del barco y no parecen estar dispuestos a abandonarlo. Por razones políticas no se quiere abordar una reforma profunda de las normas de enrolamiento que restringa al máximo las nuevas incorporaciones. Además, la responsable de las ayudas a la tripulación no deja de hacer propaganda de las generosas políticas sociales que ofrece la nave “Ceuta”. Así muchos no se lo piensan a la hora de embarcarse con nosotros, sobre todo cuando la vida en los puertos berberiscos cercanos es misérrima.
La incontrolada subida a bordo de nuevos tripulantes de origen berberisco no ha hecho más que empeorar el clima reinante en la nave. Sus responsables han olvidado una regla básica del buen marinaje, respecto a la conformación de la tripulación.  Ésta dice que las personas no son miembros de una tripulación por compartir la misma nave. Se convierten en buenos marineros en la medida en comparten una similar forma de vida con los otros miembros de la tripulación que han sido educados de modo similar y, por tanto, conocen las normas que regulan la vida abordo. El cumplimiento de esta regla básica en modo alguno implica que la tripulación tenga que ser monocultural. Pero si deseamos que el barco pueda ser gobernable es preciso que todos sin excepción cumplan las normas de convivencia y compartan ideas, valores y símbolos. Para que este proceso de comprensión y armonización cultural sea posible es necesario que las incorporaciones de tripulantes desconocedores de las normas que rige la vida de la nave “Ceuta” sean restringidas y graduales, para que los programas de integración resulten eficaces. Desgraciadamente, este principio básico ha sido ignorado en la conformación de la tripulación de esta embarcación transfretana. De modo que se han creado dos facciones entre los embarcados; y unos y otros se miran de reojo con desconfianza y recelo.
Ceuta, esta vieja nave, se encuentra en avanzado estado de deterioro. Su casco exterior está dañado por las continuas agresiones ambientales que le hemos causado. Presenta importantes grietas por donde se vierten toneladas de agua limpia y millones de kilovatios de energía son despilfarrados. La sentina no deja de verter aguas residuales al mar, debido al mal estado de la red de saneamiento. Y los residuos generados abordo se acumulan en la cubierta o se desparraman por las barandillas hasta caer al mar. La nave está escorada hacia estribor como consecuencia de la descompensación en el reparto de las riquezas que transporta la embarcación. La asignación económica para la nave que mandaba el Almirantazgo se ha reducido de manera ostensible y ya no hay dinero para pintar las maderas de la embarcación que disimulaban su podredumbre. Y, para agravar la delicada situación del navío, su insensato responsable, como el célebre capitán Ahab de la inmortal obra Moby Dick, lleva el buque y su tripulación a la destrucción en su satánico esfuerzo por acaparar el poder y conseguir méritos en su aspiración por alcanzar la inmortalidad.

En esta situación, las posibilidades que tiene Ceuta de sobrevivir a los continuos temporales que se divisan en el horizonte son escasas. Las previsiones meteorológicas avisan que nos enfrentamos a graves perturbaciones económicas, sociales y ambientales. El cambio climático, el pico del petróleo, la quiebra del sistema capitalista, el agotamiento de los recursos naturales, la escasez de agua, la sobrepoblación mundial, la contaminación de los ríos, los mares y de la propia atmósfera se están combinando para formar una tormenta perfecta frente a la que una pequeña y antigua embarcación, con exceso de tripulación, las despensas vacías y sin rumbo no tiene muchas posibilidades de salir airosa. Nuestra única posibilidad consiste en reparar la nave, aligerar la tripulación y reforzar la sinergia interna para lograr sortear con maestría las enormes olas que con su tos, -provocada por los daños infringidos al planeta-, está formado Demogorgon, el viejo que habita el centro de la tierra.  

domingo, 22 de diciembre de 2013

LA ESPIRAL DE LA VIDA

El ascenso al Monte del Parnaso no se puede abordar en línea recta, sino mediante una camino en forma de espiral. Una espiral constituida por cuatro tramo: hechos, recuerdos, proyectos y actos. Para quienes viven en el valle la vida se reduce un círculo concéntrico de hechos y recuerdos. Toman la senda de la Montaña aquellos que transforman sus conocimientos, experiencias y sentimientos en ideales,ideas e imágenes, y de ahí a realizaciones efectivas. El ascenso desde los círculos infernales al Purgatorio y el Cielo que emprendieron Dante y Ovidio fue en espiral. Así también la forma que adoptan las plantas en su crecimiento es en espiral. Decía Patrik Geddes que "la vida es una espiral, que trabaja durante la semana y descansa los domingos, gozando, soñando, planeando de nuevo. Aquellos cuyas mentes tienen grandes vueltas o bien muchas en sus espirales son las vidas más grandes".


miércoles, 18 de diciembre de 2013

INTELECTUALISMO VS ACTIVISMO: EL LEGADO DE RUDOLF EUCKEN Y PATRICK GEDDES

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Rudolf Eucken



Estudiando uno de los diagramas de Patrick Geddes, me fije un grupo de nombres que el sabio escocés situaba entre sus referentes para la construcción de su anhelado nuevo orden neotécnico. Este grupo está constituido por nombres conocidos, William James, Schiller y Bergson. Pero había un cuarto nombre que, tengo que confesarlo, no lo había escuchado antes: Rudolph Eucken. Me puse a buscar información sobre él y lo que encontré despertó en mí un enorme interés. Decía entre otras cosas en los sitios donde localice datos sobre Eucken que había denunciado durante toda su carrera el excesivo “intelectualismo” en el que caen muchos pensadores. Como alternativa el proponía un “activismo” que, como luego llevó a su pensamiento Geddes, uniera de manera indisociable pensamiento y acción. De igual modo, el otro pilar de su pensamiento era la denuncia del paulatino abandono de la dimensión espiritual del ser humano. Se trata de dos ideas que me rondan por la cabeza desde hace tiempo. A veces pienso que dedicamos demasiado tiempo a  la lectura y poco a convertir estas ideas en acciones que contribuyen a la transformación de la sociedad y del propio ser humano. Está muy bien, y es prioritario, que nos ocupemos de nuestro crecimiento personal, pero no podemos renunciar al bienestar común, sobre todo al de las personas que forman parte de nuestro entorno inmediato (familia, vecindario, ciudad…).  Hay que remangarse y echarse al barro para combatir las injusticias, las desigualdades,  la manipulación de las voluntades, la deshumanización, la despersonalización  y la automatización. Esto fue lo que hicieron Rudolph Eucken y Patrick Geddes.

 Vivendo discimus era el lema de Patrick Geddes (1854-1932): "aprendemos viviendo". O como dijo en posteriores ocasiones "sólo pensando las cosas a medida que se las vive, y viviendo las cosas a medida que se las piensa, puede decirse de un hombre y de una sociedad que piensan o viven de verdad". Siguiendo esta idea, en su obra más conocida titulada "Ciudades en evolución", insta a todos los ciudadanos a participar en la vida y actividades de la comunidad si queremos que nuestra apreciación sea activa, dejando de este modo algo de lo mejor que hay en nosotros en la ciudad; más rica y no más pobre debido a nuestra presencia. Por eso insistió en la necesidad de fomentar la observación y extenderla, de conocer nuestras regiones y ciudades en detalle, y de hacernos más competentes prácticamente para participar en el despertar y el desarrollo de nuestra ciudad natal, en vez de limitarnos a delegar en otros nuestras responsabilidades mediante la maquinaria electoral política o municipal.

Patrick Geddes

            El optimista lema de Patrick Geddes, "videndo discimus", fue puesto en práctica por él mismo y su esposa con sacrificios. A los distritos de casas de vecindad apiladas en Edimburgo llevaron jardines; a las calles llenas de plagas de las ciudades indias llevó limpieza; a los estudiantes los envió a la ciudad y al campo a ver con sus propios ojos las realidades de la naturaleza. Podría decirse que era una persona comprometida por lo que se dedicó a la ciudadanía, aún a costa de retardar su propia carrera como hombre de ciencia. Geddes estaba demasiado preocupado por lo que sucedía fuera de su laboratorio y de su estudio para contentarse con un éxito personal hecho posible por la indiferencia cívica. Este mismo compromiso reclamó a los especialistas de otras disciplinas científicas animándoles a elevarse hacia opiniones, objetivos y planes comunes, como ciudadanos que conservaran y estimularan la vida en su propia comunidad y su propia región, cooperando con otros ciudadanos en todo el mundo.


Leyendo a Eucken uno entiende que Geddes lo situará entre sus pensadores de referencia. Por fortuna recordé que en casa de mis padres guardamos una colección  completa de los Premios Nobel de Literatura, galardón que obtuvo Eucken en 1908.  Así que me puse a buscar y tuve la fortuna de dar con el volumen que contiene su obra “Los grandes pensadores”. Nada más empezar la lectura encuentro un párrafo que me hace estremecer por su agudeza y lucidez. Dice así: “….La vida pende en último término del ser. Si todo sentido y facultad se retienen fuera y se rechaza cada vez más el cuidado de la vida interior del estado del alma, ésta debe sufrir por ello; el hombre se vuelve pobre y vacío en medio de todos los éxitos y degenera en un simple medio e instrumento de un proceso de cultura impersonal que la utiliza y rechaza según sus necesidades, que con corriente demoníaca se precipita por encima de la vida y la muerte de los individuos y de las generaciones, sin sentido y razón en sí mismo, sin amor ni cuidado por los hombres”. Es increíble que esto fuera escrito a principios del siglo pasado. A la vista está que sus negros presagios se han cumplido punto por punto. La enfermedad espiritual no ha dejado de agravarse, pero el tratamiento que proponía Eucken sigue siendo tan efectivo como antes. No es otro que el cuidado de nuestra vida interior.