martes, 15 de octubre de 2013

SOY UN IDEALISTA



En una de mis aventuras en la búsqueda de tesoros literarios, me adentré en un almacén de libros antiguos y de ocasión. Recorrí con una inusitada emoción los estrechos pasillos colmados de libros hasta el techo. Al final de uno de ellos, visioné una desvencijada estantería con una vieja pegatina, medio despegada, en la que figuraba la palabra “Filosofía”.  Sabía que me encontraba cerca de mi objetivo. La pista no dejaba lugar a dudas. Busqué y busqué, y al final hallé. Un pequeño libro llamó mi atención. En su lomo aparecía el nombre del autor: “José Ingenieros”; y el título “El hombre mediocre”.  Supo enseguida que era el tesoro que ansiaba.  Para confirmarlo abrir las páginas y me puse a leer: “Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterio de una Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte: fría bazofia humana”.

File:JoseIngenieros001.JPG


Seguí leyendo,  a pesar de la escasa luz y el polvo que infectaba mi sensible nariz y garganta, y mi espíritu se estremeció a leer una descripción de un sentimiento que me atenazaba: “…Todos no se extasían como tú, ante un crepúsculo, no sueñan frente a una aurora o cimbran ante una tempestad; ni gustan de pasear con Dante, reír con Moliere, temblar con Shakespeare, crujir con Wagner, ni enmudecen ante el David, la Cena o el Partenón. Los seres de tu estirpe, cuya imaginación se puebla de ideales y cuyo sentimiento polariza hacia ellos la personalidad entera, forman raza aparte en la humanidad: son idealistas”.

Por tanto, soy un idealista. Siempre lo he sido y ahora lo descubro gracias a este tesoro proveniente del otro lado del Atlántico. Pero, ¿Para qué valemos los idealistas? ¿No nos enseñan que debemos ser realistas? ¿Qué nuestros pies deben tocar siempre la tierra? ¿Cuál es nuestro propósito? 

- Calma,  José Manuel.  Sigue leyendo. Date cuenta, dice José Ingenieros, que sin nosotros “sería inexplicable la evolución humana. Los hubo y los habrá siempre. La imaginación los enciende en continuo contraste con la experiencia. Los hechos son puntos de partida; los ideales son faros luminosos que de trecho en trecho alumbran la ruta. La historia es una infinita inquietud de perfecciones, que grandes hombres presienten o simbolizan. Frente a ellos, en cada momento de la peregrinación humana, la mediocridad se revela por una incapacidad de ideales”.   ¿Lo entiendes ahora?.

-        -  Sí, ya sé porqué titulaste a tu libro “El hombre mediocre”. El hombre mediocre es un ser sin ideales, conformista e indiferente.

-          - Veo que has captado el mensaje.  Sé también que harás buen uso del tesoro que tienes en tus manos. Me vuelvo al reino de los idealistas con la confianza en que sabrás transmitir nuestro mensaje: “No te resignes. Lucha. Supérate. Trasciende. Los ideales son visiones que se anticipan al perfeccionamiento de la realidad”.

-        -   Gracias, gracias por tu ayuda. Mis amigos y amigas idealistas te agradecen tus visionarias palabras.

-         -  No hay de qué. Las  escribí pensando en vosotros.   Hasta siempre….

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