miércoles, 2 de octubre de 2013

LA CAMA DEL HACHO

Ceuta, 2 de octubre de 2013.

Aunque me tengo por una persona previsible, algunas veces me sorprendo a mí mismo y cambio repentinamente de planes sin que medie una razón concreta. Esta mañana,  mi propósito era llegar hasta la antigua Fuente de María Aguda para sentarme y reflexionar un rato sobre el valor simbólico de este lugar. Sin embargo, según me acercaba al Monte Hacho, noté un irrefrenable deseo de subir hasta la fortaleza para rodearla. Ahora que lo pienso, creo que sí tenía un motivo para hacerlo. Ayer, al regresar a casa por la tarde, me quede fascinado por el hermoso día de poniente que permitía ver con nitidez las costas andaluzas. Entonces pensé: mañana, si amanece un día similar, no puedo desaprovechar la oportunidad de disfrutar de las panorámicas que ofrece el Hacho.


Así que, al llegar a las torres del Sarchal, me he armado de valor y he emprendido la dura subida hasta la antigua Puerta de Ceuta. Una vez coronada la cima, he comenzado a rodear los vetustos muros de la fortaleza. El camino es realmente precioso y motivador. No en todos los lugares puedan disfrutar de un sendero junto a un recinto fortificado de origen medieval, aunque profundamente remodelado por los españoles en tiempos de Carlos III. Estos muros están impregnados por el sufrimiento y los llantos de muchos presos que dieron con sus huesos en este conocido penal.






Cuando ya emprendí el último tramo del camino que llega hasta el Baluarte de Málaga, he tenido que buscar una ruta alternativa. El estrecho sendero se encontraba plagado de abejas y era mejor no irritarlas con mi presencia. De modo que he tomado un camino que desembocaba en las inmediaciones del mirador de San Antonio. Una vez allí, he seguido el sendero del Parque de San Amaro. A mitad del recorrido he hallado un agradable rincón: un hermoso pino a cuyos se ha formado un mullido manto vegetal que invitaba a disfrutar de una placida siesta matutina. No me he dejado arrastrar por la tentación, aunque no descarto que algún día venga expresarme para tumbarse sobre la que acabo de bautizar como “La cama del Hacho”.




A pocos metros de este natural y agradable catre, comienzan los senderos del propio parque de San Amaro. En un cruce de caminos he decidido sentarme para escribir estas líneas. Desde este punto se divisa con claridad la entrada y salida de barcos al puerto ceutí, así como se contempla la belleza del Estrecho. También  se aprecia, muy a mi pesar, el ruido que proviene de la ciudad y de las máquinas que andan transformando sin piedad este majestuoso paraje.




Me encuentro en un punto intermedio entre la naturaleza y el ser humano. A mi espalda llega el cantar de los pájaros y el frescor de los árboles; y enfrente, entre las calles que observo desde aquí, percibo el frenético ir y venir de coches y personas. El incesante ruido turba mis sentidos y enerva mi ánimo. Ganas me dan de dar media vuelta para sentarme en la “Cama del Hacho”. Pero ya es hora de emprender la vuelta. Otro día será.


No hay comentarios:

Publicar un comentario