domingo, 2 de junio de 2013

CHARLAS DOMINICALES CON MI HIJO (I)

En el libro “Ciudades en Evolución” de Patrick Geddes figura, en su edición argentina de 1960 (editorial Infinito), una serie de anexos. Uno de ellos es un extracto de un breve libro de Geddes titulado “El mundo externo y el mundo interno: charlas dominicales con mis hijos”. Desde que lo leí me quede prendado de su profundo contenido y los domingos, como hacia Patrick Geddes, le leo a un hijo de siete años parte su contenido. Comienza así: “Hoy es domingo por la mañana y podemos pasar unas horas de tranquilidad junto. ¿En qué podríamos aprovecharlas? ¿Qué te gustaría? Una lección. No. Pues sí. Una lección de pensamiento. Bueno, ¿En qué podemos pensar? ¿Qué es el domingo? ¿Supongamos que tratamos de entender algunas de las diferencias entre los días de semana y el domingo? Y puesto que hay más días entre semana que los domingos, preguntémonos primero, ¿Qué hacer con ellos?. Trabajar, jugar, una lección…¿Qué es el trabajo?. Lo que hacemos en la casa,  en el jardín y con nuestras mascotas. Sí. ¿Y las lecciones? Lo que hacemos con los libros y el piano.
Bueno lo que llamamos trabajo está en este mundo externo cotidiano, el “Mundo de Afuera”, llamémoslo; en tanto que las escuelas y las clases tienen por lo menos el propósito de abrir el mundo del pensamiento, el mundo interno…el “mundo de adentro”, digamos. Mundo afuera y mundo adentro configuran así todo nuestro mundo; entremos, pues, sucesivamente a cada uno de ellos y aprendamos a viajar por ambos. Porque ha habido dos clases de grandes viajeros. En primer lugar, los que navegan alrededor del mundo o trepan más y más por los picos de sus montañas, los que se aventuran cada vez más por el helado norte, se internan más en la selva tropical que todos los que por ella los precedieron. Pero los del otro tipo también viajan, y muchos más lejos en sus sillones y en su sueños. Pues, ¿Quién ha visto más: Sir John Murray desde el puente del “Challenger” que circunvaló el globo o el ciego Milton en su Paraíso? Recuerden el soneto de Keats:

“A menudo he viajado en las comarcas de oro
Y muchos hermanos Estados y reinos he visto”.

Verán cómo el mundo del poeta reclama el mundo entero del viajero, englobándolo. Los dos mundos, pues, son dignos de ser conocidos; pero “solo vemos aquello para lo que traemos los medios de ver”. Hasta ahora, con excesiva frecuencia, la educación se ha reducido a tratar de adiestrar los seres humanos para que vivan principalmente en uno u otro mundo; raras veces en ambos. Así era como en el pasado se formaba al soldado o al monje: y cómo hoy se prepara al hombre de negocios o al estudioso. Pero la educación auténtica y completa, la educación que ya se ha anuncia –la de ustedes, pues, lo espero, en cierta medida- debe preparar para ambos mundos; su hombre educado será nuevamente como el Admirable Crichton, en la película que ustedes conocen, con un libro en una mano y un sable en la otra, y mirando adelante por encima de ambos, firme pero sereno. En primer lugar, pues, el mundo afuera. ¿Qué sabemos de él? Salimos a nuestra casa y nuestro jardín, pasamos por la aldea y el poblado, por el campo y la ciudad; pasamos el Borde y el Canal; y cuando hemos recorrido Europa, todavía quedan por ver Asia y África, América y Australia.
            Luego, el mundo de adentro. A éste nunca se lo ha visto con ojos carnales, pese a lo cual no es un mundo imaginario. En un sentido muy genuino y cabal es más familiar, más real que el primero; pues todo lo que lleguemos a saber o sepamos sobre el mundo de adentro, o sobre ambos mundos, está en nuestras mentes. “Pienso, luego existo” –dijo hace mucho un gran filósofo; en tanto que otro es célebre por haber dejado perpleja a la gente al negar que existiera en absoluto la materia. Pero cuando se reflexiona un poquito, se advierte lo que él quería decir; que todo lo que sabemos sobre la materia está en la mente”.

Bueno, Papá, me interrumpe mi hijo: ¿Existen entonces los dragones? Claro que sí, hijo. En el mundo de adentro todo es posible, le contesté. Ahora Alejandro tenemos que dejarlo, pero te prometo que el próximo domingo seguiremos hablando del “Mundo de adentro” y del “Mundo de afuera”.

Sir Patrick Geddes

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