miércoles, 26 de junio de 2013

LA SOMBRA DE UN SOL BRILLANTE


“¿Estamos seguros de lo que estamos buscando en el universo? ¿O es esta última masa negra, como la orientación final hacia la muerte de Freud, una imagen que encontramos en nuestro propio demoníaco espejo al cerrar los ojos y describir sólo lo que vemos dentro? Los astrofísicos son compañeros audaces de mente abierta, y, como buenos   matemáticos que son, deben contar con la paradoja del anillo de Moebius, y la posibilidad de que su mundo exterior es sólo nuestro mundo interior al revés. Por lo tanto, tal vez, con una vuelta más del anillo, el impenetrable Agujero Negro podría resultar la sombra de un sol brillante. Incluso la noción de una explosión y una implosión, un "principio" y un "final," puede ser sólo una metáfora muy humana, que el universo, por razones propias, no reconoce ni exhibe. En ese escepticismo final  mi propia fe florece alegremente”. Lewis Mumford, Prólogo a nuestro tiempo, 1975.

martes, 25 de junio de 2013

EN EL NOMBRE DE DIOS

A lo largo de la extensa historia del hombre sobre la faz de la tierra y, más concretamente, desde que éste tomó conciencia de su dimensión transcendental, el nombre de Dios ha sido invocado para impulsar la realización de grandes obras creativas (arquitectura, literatura, pintura, etc…) y también para justificar atroces crímenes, genocidios, sangrientas guerras y acciones terroristas, como los que vienen sucediendo, con mayor intensidad, en distintos puntos del planeta desde hace más de una década. 

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            No creo necesario detallar los crímenes cometidos en nombre de Dios ni las complicidades con el mal que se gestaron entre los sagrados muros de los recintos religiosos. Cabe recordar la sentencia de Lutero: “en donde Dios ha construido una iglesia, el demonio construye también una capilla”. Como comentaba Waldo Frank, si le damos la vuelta a la frase, ésta no deja de ser cierta: “en donde Dios levanta el humilde altar en el corazón, allí el demonio  erige una grandiosa catedral”. Y es que, como decía Jeremías Taylor, “la ignorancia es la madre de la devoción”. Completando este razonamiento, el aludido Waldo Frank sentenciaba que “el poder y la posesión son los herederos impostores del conocimiento, a través de la fe, su manceba”.    


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            Antes de continuar conviene que explique mi visión de la condición humana. Partiendo de autores como el mencionado Waldo Frank,  considero que nuestro “yo” está compuesto de tres dimensiones: el grupo, el ego somático y el yo cósmico. Para que el ser humano adquiera la condición de persona plena y supere el habitual estado de individuo atomizado, estos tres componentes del yo deben estar perfectamente integrados y equilibrados. Algo que no sucede en la actualidad. El ego somático, aquello que solemos reconocer cuando hablamos de nuestro “yo”, se ha convertido en protagonista absoluto y ha empujado al ego social y al yo cósmico hasta sacarlo del escenario.

            La distinción entre individuo y persona es fundamental para entender lo que queremos transmitir en este artículo. Podemos definir a la persona como “el individuos cuyas funciones, incluidas en las amplias esferas de las dimensiones del grupo y del ego, no están suprimidas, no están deformadas y no son dominantes; sino que están constante e interiormente informadas por este sentido del yo completo en el que lo cósmico es un vector activo” (Waldo Frank). Pues bien, cuando la idea de Dios toma cuerpo en un individuo fraccionario, Dios pasa a ser una mentira, que puede convertirse en locura violenta, en la cual las dimensiones del ego y del grupo usurpan la energía de lo cósmico, que es esclavizada por los impulsos del ego y  la inercia del grupo, haciendo ondear los estandartes de Dios.

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            Con un nombre tan corrompido como el Dios, ¿Por qué no abandonarlo? ¿Para qué seguir reteniendo su nombre tan veces esgrimido para justificar todos tipo de crímenes, felonías y  ataques a la libertad de acción y pensamiento? Creo que hay razones fuertes para retenerlo. La primera es satisfacer algunas de las necesidades fundamentales desde el punto de vista de la realización de la vida: las necesidades de orden, continuidad, significación, valor, objetivos y designios. Unas necesidades de las que han surgido la religión, y también el lenguaje, la poesía, la música, la ciencia y el arte. Por tomar un ejemplo de las necesidades citadas, la de continuidad, renunciar al nombre de Dios supondría cortar los vínculos históricos con los innumerables hombres y mujeres para los que Dios, sea de la confesión que sea,  fue el nombre de la revelación más real de la vida. Abandonar a Dios porque las instituciones, los individuos y las naciones han calumniado la palabra con sus acciones, sería como aconsejar al niño que abandone la postura erecta del hombre porque sus primeros intentos han fracasado.

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Dios, y en esto estoy de acuerdo con Waldo Frank,  debe ser consolidado, no abandonado. Debe ser definido de nuevo, no abstractamente, por medio de otra palabra, sino por la experiencia y en la experiencia. En esta renovación concepción religiosa, Dios deba convertirse en sustancia dinámica de nuestra imaginación, tomando precauciones para que su nombre no sea usurpado por los impulsos del ego y del grupo. Unas dimensiones del ser humano que se mueven, en muchas ocasiones, impulsados por la fuerza del poder y cuyo objetivo es imponer su voluntad, ya sea individual o grupal.

            Algunos parecen que han olvidado ciertas lecciones de la historia. ¿Es que nadie recuerda ya los altos niveles de difusión de la fe en la época de Hitler? Lo que quiero decir con esto es que el nombre de Dios, fuera de la persona integrada y equilibrada, se convierte en una excusa para los movimientos fascistas y totalitarios. Las perversiones teológicas fueron y continúan siendo un fenómeno característico del fascismo. Por este motivo, debemos poner todo nuestro empeño en combatir las desviaciones del sentido transcendental, místico y universalista de las religiones. Y lo tenemos que hacer, cada uno, como integrante de un determinado grupo o simple individuo, en el seno del marco religioso del que nos consideramos integrantes. Para evitar la crítica externa que puede herir nuestro orgullo personal y grupal es necesario permanecer siempre alerta, en un proceso de continuo de autocuestionamiento y autocrítica. No hay otro camino para el crecimiento y desarrollo humano.

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            Una última reflexión dirigida a todos, sin excepción. El auge de los fascismos en el pasado siglo XX no hubiera sido posible si no hubiera encontrado el silencio cómplice de unos bárbaros pasivos que habían perdido el dominio de los valores humanos centrales y no encontraron ninguna razón para arriesgarse al dolor o  a la muerte en la defensa de los ideales humanos. Los fascistas de todos los tiempos, incluidos los religiosos, se han servido de la cobardía moral y la corrupción íntima de lo que hoy llamamos “mayoría silenciosa” para llevar adelante sus maléficos planes. Lo más flagrantes crímenes de los fascistas han sido ampliados por la pecadora indiferencia,  por la despiadada indiferencia, por la pecadora pasividad, de los no fascistas.

domingo, 23 de junio de 2013

CORAJE, VALENTÍA Y EJEMPLARIDAD

Admiro tu coraje y valentía, Nasama. Yo lo he hecho desde que comencé a leerte en la prensa y este medio. Tu claro posicionamiento en contra del victimismo y a favor de la autocrítica es una pequeña isla de libertad e inteligencia rodeada por un inmenso océano de resignación e ignorancia. Perteneces a ese sector, -quiero pensar que amplio-, de musulmanes ceutíes integrados en la realidad social de nuestra ciudad. Un grupo de ceutíes que vive atenazado por el miedo y el qué dirán. Aún a riesgo de equivocarme, creo que muchos musulmanes ceutíes de buena voluntad y amantes de esta tierra quisieran levantar la voz para expresar su malestar y desacuerdo con el peligro rumbo que ha tomado una parte de la comunidad musulmana ceutí, -esa parte de los musulmanes que han caído presa del salafismo o se inclinan a las posiciones de Marruecos-, pero que no lo hacen simple y llanamente porque tienen miedo de la radicalidad y violencia de algunos integrantes de los referidos grupos. Es comprensible este temor.  Sin embargo, estoy contigo en que “es hora de sacar la cabeza de debajo del ala y enfrentar la realidad de los hechos para decir basta a esta amenaza que no por ser ignorada es menos tangible y objetiva”. No es normal, como tu bien dices, este sepulcral silencio cuando el nombre de Ceuta figura estos días en los titulares de todos los medios de comunicación nacionales y extranjeros. ¿Es que nadie en nuestra ciudad tiene algo que decir respecto a la detención de ocho supuestos terrorista yihadistas? ¿Qué pueden pensar de los ceutíes quienes desde fuera observen este silencio? Las autoridades callan; la clase política, salvo un par de excepciones, calla; la sociedad civil, calla; la ciudadanía, calla…
El tejido social no responde ni siquiera cuando recibe una descarga de gran potencia, como la que recibió la madrugada del pasado viernes. Todo indica que el cuerpo social, sino está muerto, poco le falta. Un cuerpo social sano habría dado un respingo que directamente lo hubiese trasladado al espacio público físico y mediático para posicionarse respecto a estos hechos. La falta de respuesta a estos fuertes estímulos creo que responde a un grave problema neurológico. Nuestro “cerebro” colectivo parece dar muestra de escasa capacidad. La “masa cerebral” crítica no alcanza los estándares básicos en tamaño y consistencia. Esto explicaría los discretos resultados obtenidos en los test de inteligencia colectiva. Al hacer un estudio más profundo del “cerebro colectivo” no se observa anomalías físicas reseñables. Todo apunta a que se trata de un doble problema: uno de comunicación entre los dos hemisferios cerebrales y otro de transmisión sináptica.
Por razones que los médicos no terminan de entender, los dos hemisferios cerebrales no consiguen trabajar de manera coordinada. Como resultado de esta patología los movimientos del cuerpo social resulta espasmódico y el paciente sufre graves problemas en los reflejos motores y nerviosos. El paciente manifiesta una notoria incapacidad de expresión, junto a una apreciable desorientación y aturdimiento. Debido a este problema de comunicación intracerebral el paciente ha entrado en un proceso psicosomático de profundo abatimiento que, de no corregirse a tiempo, le conducirá a un dramático desenlace.
No hay tiempo que perder. Necesitamos un diagnóstico certero y un tratamiento intensivo. Hay que reactivar las neuronas cerebrales de manera urgente. Una esperanza se dibuja en el horizonte. Los neurólogos descubren unas pocas células cerebrales madres, en ambos hemisferios, de una capacidad fuera de lo común. A diferencia de las células enfermas que les rodean, las recientemente identificadas por los científicos poseen conocimiento organísmico, es decir, tienen conciencia del todo y actúan en beneficio de la totalidad del cuerpo social, aunque mantienen su carácter individual. Este tipo de neuronas han desarrollado una capacidad sináptica extraordinaria que las hace especialmente dotadas para el establecimiento de relaciones sociales basadas en la cohesión, la solidaridad y justicia comunitaria. Además de las características comentadas, estas neuronas presentan grandes similitudes como las denominadas “neuronas espejo”, que tienen una capacidad cognitiva que les permite alcanzar elevadas cotas de empatía e imitación. Precisamente, esta capacidad es la que despierta la esperanza de los médicos en la posible curación del paciente. Si consiguen activar  más neuronas con estas capacidades innatas, a partir del ejemplo de estas neuronas espejos, habrá esperanza para el enfermo.
Sin lugar a duda, Nasama Ali es una célula neuronal espejo en la que muchos deberían de mirarse para descubrir su verdadero rostro y para aprovecharse del magnífico ejemplo que representa para todos los ceutíes, en especial para los musulmanes y, en particular, para las mujeres.  

sábado, 22 de junio de 2013

EL IMPERIO DE LA CERA Y EL PERGAMINO

Al leer hace años “Fausto” de Goethe se me quedaron grabados en la mente dos fragmentos. El primer fue la propia advertencia que dejo escrita  el autor a sus futuros lectores: “Si el libro Fausto tiene o no objeto, si revela o no una tendencia o un estado sublime y épico; si obliga o no al lector a remontarse a esferas elevadas, no es necesario que se lo diga. Creo firmemente que, una inteligencia despejada y un recto juicio, tendrán que trabajar mucho para hacerse dueños de todos los secretos que he involucrado en mi fábula”.
El segundo de los fragmentos contiene, precisamente, uno de los secretos de “Fausto”: una crítica mordaz contra la burocracia tentacular pública y privada. Al cerrar su acuerdo, Mefistófeles le exige a Fausto una par de líneas por escrito para formalizar el pacto. El protagonista se indigna: “¿Necesitas un escrito? ¡Pedante! ¿No sabes aún lo que es la naturaleza del hombre y en cuánto debe apreciarse el valor de una palabra empeñada?. Esto me recuerda que mi padre, empleado de banca durante más de cuarenta años, me comentaba que al principio de empezar a trabajar existían lo que se llamaban "prestamos de honor", formalizados con un simple apretón de manos entre banquero y cliente. La única garantia era la palabra dada por el prestamista. Una palabra que, como anticipaba Fausto, ha perdido la batalla: “La boca cede a la pluma la facultad de expresarse, ¡y sólo se reconoce el imperio de la cera y del pergamino! Espíritu maligno, ¿Qué exigís de mí? ¿Cobre, mármol, pergamino o papel? ¿Será preciso que escriba con un estilo, un  buril o una pluma? Escoge tú mismo”.
            Mefistófeles responde con lo hace cualquier banquero deshumanizado al colocar acciones preferente a sus incautos clientes de toda la vida: ¿Por qué razón habéis charlado tanto? ¿Por qué motivo os habéis acalorado de esa manera? Basta un pedazo de papel cualquiera, el que está más a mano. Para estampar vuestra firma os serviréis de una pequeña gota de sangre”. Una sangre que es vampirizada por unas entidades bancarias sin escrupulos a cuyo frente se sitúan los Mefistófeles de nuestro tiempo.


miércoles, 19 de junio de 2013

DIÁLOGO CON MI LIBRO PREFERIDO

 «Multum legere potius quam multa: “Leer el mismo libro muchas veces, mejor que muchos libros una sola vez”», decía Plinio el Joven. En ese proceso ando yo ahora. Me está pasando una cosa realmente curiosa con un libro, “El redescubrimiento del hombre” de Waldo Frank. No consigo desprenderme de él. Esta siempre alrededor mía. Voy al salón y me lo llevo. Me echo un rato después de comer, y allí está. Me levanto y lo ojeo. Llega la noche y otra vez en mis manos. Así llevo una larga temporada.

            Cuando creo que he conseguido liberarme de su encanto y lo devuelvo a la estantería, siento nostalgia y no puede resistir volver a cogerlo. Y mira que lo tengo bien acompañado. Reposa junto a los libros de su amigo Lewis Mumford y de su maestro, Patrick Geddes. Ahora está encima de la mesa, al lado de “The conduct life” de Mumford. Me da la impresión que tiene un poco de celo. Algo similar le pasa a su hermano “Las transformaciones del hombre”. Fijaros si es así que el otro día tuve que llevármelo a la mesita de noche. Parece que me susurraba, ¿Es que ya no te acuerdas de mí? ¿No decías a todo el mundo que era tu libro favorito? Estuve releyéndolo toda una tarde y ahora lo noto más tranquilo. Creo que ha entendido que como él nunca habrá nadie. Quise explicarle que con quien estos momentos se roza los lomos encierra un mensaje similar al suyo y que, sobre todo, los quiero a los dos.



Mira, le dije, tú me has mostrado el camino para la transformación del hombre y tu nuevo amigo me ha explicado algunas cosas de las que tú hablas, pero que no tuviste tiempo de narrar con más detalle. ¿No te referías continuamente a conceptos como lo orgánico, la totalidad y la crisis interna del ser humano? Pues bien, el “Redescubrimiento del hombre”, y no te enfades, profundiza en el sentido de estos términos un poco más que tú. Hace una narración similar a la tuya respecto a la pérdida de la dimensión espiritual del hombre y de la mujer desde el fin de la época medieval hasta nuestros días. Según nos cuenta, y en esto estoy seguro que estarás de acuerdo, nuestro “yo” está compuesto de tres dimensiones: el grupo, el ego somático y el yo cósmico. Para que el ser humano adquiera la condición de persona plena y supere el habitual estado de individuo atomizado, estos tres componentes del yo deben estar perfectamente integrados y equilibrados. Algo que no sucede en la actualidad. El ego somático, aquellos que solemos reconocer cuando hablamos de nuestro “yo”, se ha convertido en protagonista absoluto y ha empujado al ego social y al yo cósmico hasta sacarlo del escenario. Desde hace siglos viene representando un monologo absurdo que nadie más que él escucha. De vez en cuanto el ego social sube a escena, pero siempre actúa con figurante o actor secundario.



- ¿Y qué fue del yo cósmico? ¿Es que nadie se acuerda de él?, me pregunta.
                                                 
 - Sí que lo hacen, pero como dice tu compañero “El redescubrimiento del hombre”, en un mundo despersonalizado, “Dios (que la forma habitual con lo que se conoce al yo cósmico) es reflejado por los hombres fraccionarios en una mentira, que puede convertirse en locura violenta, en la cual las dimensiones del ego y del grupo usurpan la energía de lo cósmico”.

-¿Qué quien ocupa ahora su lugar, me dices?

- Me sorprende tu pregunta. ¡Pero si tú lo explicas mejor que nadie! ¡Ah, cómo te gusta que te regale el oído! Bueno, no pasa nada. Noto que andas un poco bajo de autoestima, y como te quiero mucho, te diré que eres mucho mejor que tu nuevo amigo en explicar de que manera el ser humano ha intentado suplir este hueco en su ser interno con miles de objetos materiales que no hace otra cosa que engordar al monologuista del que te hable antes. El peso de tanto trasto inútil ha conseguido laminar el yo cósmico,…pero no acabar con él.

- ¿Recuerdas los bellos pasajes que contienes sobre la figura de Jesús?

- Claro, ¿no lo voy a recordar?

- Vale, no te pongas así. Era simplemente para ver si me prestabas atención.

- Recuerda entonces que tú decías que el mensaje original de Jesús había sido en algunos casos mal entendido, cuando no manipulado.

- Cierto, así figura en la página 87.

- Lo mismo dice tu compañero “El redescubrimiento del hombre”, pero además especifica y subraya una de las ideas principales de Jesús que ha sido pasada por alto.

- ¿Cuál?

-  Que el reino de Dios está en cada uno de nosotros.

- ¿Y que significa?

- Significa precisamente lo que dice: significa que él sabe que Dios está en él; por tanto, en todo yo humano.

- ¿Es esto importante?

- Por supuesto, como dice “El redescubrimiento del hombre” esto es hacerse humilde, amar, abrigar con amor el yo desconocido que hace mal, dar al César lo que es del César, reservándose el verdadero poder y gloriosa que es el Apocalipsis del amor.

- Estoy empezando a tomar en gran estima a mi nuevo compañero de estantería. Creo que vamos a llegar a ser buenos amigos y que nos complementamos muy bien.

-          ¡No sabes cómo me alegro de escucharte decir estas palabras! Para que veas que para mí no habrá  nadie como tú, voy a terminar esta conversación, si te parece, recordando uno de tus pasajes. Aquel en el que vislumbras el Nuevo Mundo que está a punto de eclosionar.

-          Ya sé cual me dices. ¿Está en mis páginas finales, verdad?

-          Has acertado. Decías que “no menos importantes que las fuerzas pasadas que empujan al hombre son las formas nuevas, que surgen borrosamente en el inconsciente del hombre y que están empezando a hacerles señas y a ponerle delante la promesa de la facultad creadora: un vida que no esté a merced del azar ni encadenada a requisitos que no le corresponden. El hombre empezará a vaciar toda su existencia en las formas del amor y la renovación de la vida dará comienzo”.

-          Gracias.

-          ¿Por qué?

-          Por darme vida y por redescubrir al “Redescubrimiento del hombre”.

-          No, gracias a vosotros por ayudarme a entender la condición del hombre y dar un nuevo propósito a mi existencia.

-          Ya es tarde y  nos estamos poniendo demasiado sentimentales. Te devuelvo a la estantería.

-          De acuerdo, pero ponme al lado de mi nuevo amigo. Estoy empezando a cogerle aprecio.




lunes, 17 de junio de 2013

EL RUIDO DEL REBAÑO FRENTE A LA ARMONÍA SINFÓNICA


Uno de los problemas de nuestra sociedad es la falta de creatividad y de sentido de la totalidad. Es difícil crea una nación integrada, un mundo interconectado, sin  comprender a todos los elementos integrantes (individuos, grupos y naciones) y sin concebir toda y cada una de estas fases de integración de manera conjunta. Buena parte del pensamiento moderno se ha dedicado a intentar determinar los medios y los fines que deben regir esta unión orgánica de la persona, el grupo y el pueblo. Casi todas las propuestas de análisis han incurrido en el mismo error,  ya que han dividido el problema, dando a sus partes una falsa perspectiva, como si cada uno de los elementos constituyentes de la sociedad siguieran uno a otro correlativamente, cuando si queremos que haya evolución, todas las partes han de construirse a la vez. Para explicar esta teoría, Waldo Frank echo mano de una metáfora muy sugerente: la nación sinfónica.


            Antes de explicar cómo debe funcionar una nación sinfónica veamos como suenan algunos de sus instrumentos. Empecemos por los grupos, como ente intermedio entre la persona y el pueblo. Cojamos, como ejemplo, una agrupación de entidades religiosas o un sindicato. Todos estos grupos, según Waldo Frank, “proclaman sus derechos, luchan por ellos, se quejan de injusticia. Escogen por jefes a los más astutos, a los que saben sacar partido de todo y forzar a sus superiores a mirarlos con respeto. Hasta en sus momentos de más expansión, en sus horas de asueto, se muestran condescendientes consigo mismos y acaparadores de poder. Tratan de conseguir toda la independencia y autonomía posibles. Aunque repiten una vez y otra que sus demandas de derecho no significa más que el deseo de ser tratados como sus hermanos, la verdad es que se consideran como cosa aparte y…como muy superiores. Miran a su ciudad como un saco, del cual se pueden sacar muchas cosas, y en sacarlas compiten con los demás grupos. La injusticia significa para ellos que no tienen suerte –más no para ser ellos mismos, sino para medrar a sus anchas-. Viven inconscientes de los problemas del país y no despiertan más que cuando la circunstancia los aguijonea o cuando chocan contra la dureza de las puertas que quieren abrir (nota: algunos, como en nuestra ciudad, las rompen a patadas cuando les hacen esperar). Están tan ocupados mirando los tesoros materiales o convenciendo al mundo y a sí mismos de sus propias virtudes, que no tienen energía ni tiempo para conocerse a sí mismos”.

            No se crean que éste  modus operandis es exclusivo de los grupos minoritarios y de sus líderes. En opinión de Waldo Frank y de la mía propia, los grupos preponderantes, -Cámaras de Comercio, Confederación de Empresarios, colegios profesionales, iglesias, etc…, actúan de la misma manera. “Si se lamentan menos, es porque pueden amenazar más; si piden menos, es porque tienen más que defender; si tienen menos afán de verdad, es porque la verdad significa cambio  y todo cambio es merma para ellos…Todos en suma, son pequeños rebaños, compuestos de pequeños yos, pero ruidosos y absolutos. Y su suma es la masa social, que pisotea todo cuanto no encaja en su actitud de complacencia propia. Todos son pasivos: ninguno hace nada, y los más agresivos son los más pasivos”. Cuando, pongamos otro ejemplo, el trabajador se esfuerza por sacar lo más posible de los procedimientos capitalistas, no es menos pasivo ante el orden capitalista porque promueva huelgas y manifestaciones.

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            En definitiva, la tendencia de los grupos en erigirse en yos absolutos, movidos por una voluntad atomizada y un ansia de acaparación de poder, los pudre. Predican los principios que dicen defender, sin vivirlos, o tratan de vivirlos como si la parte que representan pudiera influir en la totalidad de su limitado plano exterior. Al asumir el papel de parte –aunque benévola e insconsciente- rompen la unidad orgánica con el todo, unidad que sus ideales proclaman al viento sin que ellos mismos lo escuchen ni llegue a oídos de nadie.

            Necesitamos grupos que dejen de trabajar por  “las partes” y se involucren en la definición de una totalidad integradora, equilibrada y plena. Una totalidad en la que “las partes” no se vean oprimidas por el “todo”, pero participen de manera activa, armoniosa, consciente y dinámica. Así es como suena una sinfonía frente al ruido del rebaño.

            En una sinfonía, tal y como la describe Waldo Frank, “cada nota surge, habla y desaparece para siempre. Un conjunto de notas se agrupa formando las melodías y los temas; se entrelaza, constituyendo los acordes, que también se levantan y caen, suben y bajan como el flujo y reflujo de la marea. Las innumerables notas que componen la sinfonía alzan por un instante sus voces breves, pasan, y solo la sinfonía queda. Del mismo modo será una nación, con la diferencia de que el que la cree no estará fuera de la música. El creador habrá de ser también una nota individual y un grupo de notas para construir la estructura de la totalidad, conociéndola y viviéndola personalmente en sus diferentes partes".

domingo, 16 de junio de 2013

CHARLAS DOMINICALES CON MI HIJO (III)

Papá, ¡Por fin es domingo! ¿Qué haremos hoy?

¿Qué te apetece?

Pues, pues, ¿Vamos al jardín?

Muy bien. Me parece muy buena  idea.

Una vez que llegamos al parque, me preguntó Alejandro:
Papá, uhhm.¿Tú también venías al jardín con el abuelo cuando eras pequeño y jugabas con él?

Claro, todos los padres anhelan hacer todo lo que puedan por sus hijos. Unos trabajan afanosamente y ahorran dinero para dejarles una herencia cuando ya no están; y otros le dan a sus hijos lo que suele decirse “buena educación”, generalmente cuando son casi adultos ya.

Ah, sí. ¿Cómo cuando me dices que no interrumpa la conversación de los mayores?

Exactamente, Alejandro. Eso que dices es síntoma de “buena educación”. Además de intentar inculcar buenos modales a los hijos, los papás también queremos que los paséis bien cuando sois chicos todavía, ayudándoos a que tengáis un mundo afuera para que viváis y trabajéis en él y un mundo adentro para que penséis con altura. Y esto es lo que los abuelos quisieron para mí y ahora mamá y yo queremos para ti y Sofía.  

Papá, ¿Y el parque donde tú jugabas con el abuelo es éste mismo?

Bueno, es el mismo lugar, pero no el mismo jardín.

¿Qué dices, papá? No te entiendo.

Te lo explicaré. Este jardín, mucho más grande y mucho más bonito, por mucho que lo aprecio y gozo en él, nunca puede ser lo mismo para mí; nunca podrá significar ni la mitad de lo que aquel significo para mí. Goza, pues, de este jardín todo lo que puedas; un mundo feliz y completo en todas sus dimensiones; bonito de ver y por lo tanto resplandeciente en el recuerdo, pero todavía más resplandeciente en las esperanzas y los planes que podemos idear junto rodeados de estos árboles y estas flores. Algún día, cuando seas mayor, y tengas tus propios hijos, vendrás también a este jardín y espero que sepas transmitirle las mismas lecciones de vida que estoy intentando transmitirte con estas charlas dominicales. ¿Lo harás?

Por supuesto, papá. ¿Y tú también estarás, verdad?

Eso espero, hijo. Nada me gustaría más que ver como el río  de la vida sigue circulando. Pero bueno, ¡Ya está bien de tanto hablar! ¿A qué te apetece jugar?

¿Qué te parece si jugamos al escondite?

Buena idea. Empiezo a contar. 10, 9, 8, 7, 6……..  


miércoles, 12 de junio de 2013

HACIA EL SER HUMANO UNIFICADO

Visto desde una perspectiva más amplia, lo que esta ocurriendo en distintos puntos del mundo como el incremento de los radicalismos es un resultado más de un proceso inevitable: la aparición de un ser humano unificado y una nueva cultura mundial. Algunos se resisten de forma violenta y fanática a este proceso. Se muestran contrarios a asimilar los aportes de las demás culturas. No se dan cuenta de que pertenecer a una sola religión o una sola profesión sin un ápice o mezcla del mundo de más allá le impide participar en esta imparable transformación del ser humano. Todas las culturas y religiones del pasado pasaron por un momento crítico de integración. El cristianismo dió cabida a mitos persas y egipcios, a la filosofía griega y la organización romana, así como el Islam admitió las enseñanzas de Moisés, Zoroastro y Jesús. Ahora nos toca alcanzar una integración mayor, quizás la definitiva. Como decía Mumford en "su integridad misma, el hombre y mujer del Mundo Único parecerá ideológica y culturalmente desnudo, casi inidentificable. Será como los santos jainista de la antigüedad, que estaban "recubiertos de espacio" y su desnudez será señal de que no pertenece a ninguna nación, grupo, oficio, secta, escuela ni comunidad. Quien llegue al plano de la cultura mundial, se sentirá a gusto en cualquier parte de esa cultura, en su mundo interior no menos que en su mundo exterior. Todo lo que haga, o sienta, o construya llevará la marca de ser más vasto que ha hecho suyo".


EL ENRIQUECIMIENTO MUTUO

Participar en facebook me ha aportado algunas cosas que considero positivas. La principal de ellas ha sido contactar con personas que me han enriquecido mucho con sus comentarios y me han permitido conocer a autores que desconocía o tenía un conocimiento muy superficial. Quiero hablarle de un caso concreto, de mi amigo Pau Serra. Fui él quien primero se puso en contacto conmigo a raíz de un artículo que publiqué en rebelión.org. Al poco de ponernos en contacto me habló de un pensador del que había escuchado hablar, pero que nunca me detuve a estudiar con cierta profundidad. Les hablo de Silo. Pau me remitió algunos de sus textos y videos que me resultaron muy interesantes y útiles. De todo lo que leí hay una idea que no deja de martillearme la cabeza. Una que habla de nuestra capacidad de influencia en los demás. Dice así:

“….  A diferencia de otras épocas llenas de frases huecas con las que se buscaba reconocimiento externo, hoy se empieza a valorar el trabajo humilde y sentido mediante el cual no se pretende agrandar la propia figura sino cambiar uno mismo y ayudar a hacerlo al medio inmediato familiar, laboral y de relación. Los que quieren realmente a la gente no desprecian esa tarea sin estridencias, incomprensible en cambio para cualquier oportunista formado en el antiguo paisaje de los líderes y la masa, paisaje en el que él aprendió a usar a otros para ser catapultado hacia la cúspide social. Cuando alguien comprueba que el individualismo esquizofrénico ya no tiene salida y comunica abiertamente a todos sus conocidos qué es lo que piensa y qué es lo que hace sin el ridículo temor a no ser comprendido; cuando se acerca a otros; cuando se interesa por cada uno y no por una masa anónima; cuando promueve el intercambio de ideas y la realización de trabajos en conjunto; cuando claramente expone la necesidad de multiplicar esa tarea de reconexión en un tejido social destruido por otros; cuando siente que aún la persona más “insignificante” es de superior calidad humana que cualquier desalmado puesto en la cumbre de la coyuntura epocal... cuando sucede todo esto, es porque en el interior de ese alguien comienza a hablar nuevamente el Destino que ha movido a los pueblos en su mejor dirección evolutiva, ese Destino tantas veces torcido y tantas veces olvidado, pero reencontrado siempre en los recodos de la historia”. (Cartas a mis amigos).

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Considero este texto fundamental para todos aquellos que sentimos inquietud por los problemas que nos afectan de manera individual o colectiva. Podemos y debemos ser sinceros, perder la vergüenza a decir lo que pensamos  y dejar de ver a quienes nos rodean como una masa informe de sujetos. Este planteamiento es similar al expuesto por Lewis Mumford en la introducción a su obra “La condición del hombre”. Para Mumford “solo aquellos que día a día tratan de renovarse y perfeccionarse serán capaces de transformar nuestra sociedad,  mientras que aquellos que están ansiosos por compartir sus altos dones con la comunidad entera –en verdad, con toda la humanidad, serán capaces de transformarse a sí mismos”. La combinación de los postulados de Silo y Mumford es básica para animar a todos a emprender el esfuerzo de autoconocimiento y desarrollo personal. Un esfuerzo cuyos resultados tenemos que compartir con quienes nos rodean para el mejoramiento colectivo y el propio crecimiento individual.
            Como conclusión decir que pienso que las redes sociales pueden ser útil si las utilizamos para entrar en contacto con personas que nos pueden enriquecer y a las que, a su vez, nosotros podemos ayudar con los frutos de nuestro conocimiento, experiencia vital y reflexión profunda sobre asuntos que nos preocupan a todos.

lunes, 10 de junio de 2013

LA SÍNTESIS MEDIEVAL

La época medieval ha sido un periodo histórico generalmente denostado. Sin embargo, fue en estos tiempos cuando la vida del hombre occidental alcanza su plenitud como cuerpo orgánico. Este cuerpo tenía el corazón en Roma, un cerebro que le ...dio Santo Tomás de Aquino y una alma que fue el precioso regalo que le otorgaron Dante, Wolfram y Petrarca. Cuando todavía Europa no había disfrutado de su atlético organismo se sumergió en el inmenso Oceáno y en contacto con las frías aguas del Atlántico su cuerpo se disolvió según nadaba hacia las tierras de América. Aquí comenzó la muerte de Europa. Su perdición fue descubrir que los límites no existen más que en la imaginación.
 
Foto: La época medieval ha sido un periodo histórico generalmente denostado. Sin embargo, fue en estos tiempos cuando la vida del hombre occidental alcanza su plenitud como cuerpo orgánico. Este cuerpo tenía el corazón en Roma, un cerebro que le dio Santo Tomás de Aquino y una alma que fue el precioso regalo que le otorgaron Dante, Wolfram y Petrarca. Cuando todavía Europa no había disfrutado de su atlético organismo se sumergió en el inmenso Oceáno y en contacto con las frías aguas del Atlántico su cuerpo se disolvió según nadaba hacia las tierras de América. Aquí comenzó la muerte de Europa. Su perdición fue descubrir que los límites no existen más que en la imaginación.
 

¿QUÉ ES UN MÍSTICO?

¿Qué es un místico?. Según Waldo Frank, son hombres o mujeres que conocen la unidad de todo cuanto existe (incluso ellos mismos), de igual modo que un hombre cualquiera conoce la unidad de su persona. Su sentido de la totalidad es tal que,... sin abandonar la personalidad que forma su centro, alcanza más allá de este. El verdadero místico es aquel que con su vida expresa el yo cósmico, de un modo comparable a la expresión personal. Un ejemplo de persona mística fue el poeta William Blake.
 
Foto: ¿Qué es un místico?. Según Waldo Frank, son  hombres o mujeres que conocen la unidad de todo cuanto existe (incluso ellos mismos), de igual modo que un hombre cualquiera conoce la unidad de su persona. Su sentido de la totalidad es tal que, sin abandonar la personalidad que forma su centro, alcanza más allá de este. El verdadero místico es aquel que con su vida expresa el yo cósmico, de un modo comparable a la expresión personal. Un ejemplo de persona mística fue el poeta William Blake.
 

EL SEXTO SENTIDO

El sexto sentido existe, es el sentido personal de la totalidad. Es rudimentario y débil, ya que no cuenta con un órgano físico específico, como los ojos u oidos. Según Waldo Frank, el órgano del sentido de la totalidad sería el hombre entero. Este sexto sentido apenas si lo hemos desarrollado, aunque algunas personas lo expresan de manera espontánea. Para hacer posible su plena emergencia necesitamos una ciencia, un arte y una religión adecuadas.

LOS CREADORES DEL ORDEN ORGÁNICO

¿Quiénes son los llamados a la creación del orden orgánico? Según Waldo Frank, “el orden orgánico nace de la labor que realizan los creadores de conceptos, de valores y de arte. Estos son los que comprenden con intelecto orgánico. Estos, aunque queden anulados por el resplandor que irradian los “hombres prácticos”, son el realidad los únicos hombres prácticos que tenemos”.

Foto: LOS CREADORES DEL ORDEN ORGÁNICO

¿Quiénes son los llamados a la creación del orden orgánico? Según Waldo Frank, “el orden orgánico nace de la labor que realizan los creadores de conceptos, de valores y de arte. Estos son los que comprenden con intelecto orgánico. Estos, aunque queden anulados por el resplandor que irradian los “hombres prácticos”, son el realidad los únicos hombres prácticos que tenemos”.

LOS ADORADORES DE LAS MÁQUINAS

Comentábamos ayer que tras la fase de destrucción y disolución del cuerpo orgánico que se inició en el siglo XV queda pendiente el inicio de un proceso constructivo de similar fuerza. Pero la consiguiente fas...e constructiva no llega. Más bien todo lo contrario. La disolución no cesa y las materias aprovechables del periodo medieval están desaparición. ¿Cuál es la razón?. Pues no es otra, -en opinión de Waldo Frank y otros autores como su amigo Lewis Mumford-, que la atomización del ser humano y la consagración del imperio de la máquina. “Vivimos hoy en un mundo en dónde los hombres son átomos voluntarios –átomos de voluntad-, desprendidos de lo que fue un todo espiritual. Estos átomos están encarnados en las máquinas. Vivimos hoy en un mundo en el cual los hombres, habiendo perdido a su Dios, adoran sus propios deseos. Por eso la máquina, el más perfecto símbolo de la ambición personal, se ha convertido en un ídolo; el hombre se identifica con ella y al adorarla se adora a sí mismo”.

Foto: LOS ADORADORES DE LAS MÁQUINAS

Comentábamos ayer que tras la fase de destrucción y disolución del cuerpo orgánico que se inició en el siglo XV queda pendiente el inicio de un proceso constructivo de similar fuerza. Pero la consiguiente fase constructiva no llega. Más bien todo lo contrario. La disolución no cesa y las materias aprovechables del periodo medieval están desaparición. ¿Cuál es la razón?. Pues no es otra, -en opinión de Waldo Frank y otros autores como su amigo Lewis Mumford-, que la atomización del ser humano y la consagración del imperio de la máquina. “Vivimos hoy en un mundo en dónde los hombres son átomos voluntarios –átomos de voluntad-, desprendidos de lo que fue un todo espiritual. Estos átomos están encarnados en las máquinas. Vivimos hoy en un mundo en el cual los hombres, habiendo perdido a su Dios, adoran sus propios deseos. Por eso la máquina, el más perfecto símbolo de la ambición personal, se ha convertido en un ídolo; el hombre se identifica con ella y al adorarla se adora a sí mismo”.

EL MATERIAL FUNDAMENTAL PARA LA CONSTRUCCIÓN DE GRUPOS ORGÁNICOS: EL AMOR

Parece que me estoy acercando a obtener una respuesta satisfactoria de cual debe ser el elemento aglutinante que permite la construcción de una sociedad orgánica y n...o mecánica como la actual. Este elemento es el amor, que debe sustituir al componente principal de los grupos mecánicos, el poder. “una masa de personas con poder no puede formar un organismo ni constituir verdadera sociedad; son el rebaño, cuya suma es acumulación de átomos independientes. Ahora bien: el acto creador, e uno u otro plano, es la función de un uno con otro uno, de suerte que los que eran dos se convierten en uno, en un uno, que antes no existía y que sobrepasa a los unos individuales que lo formaron. El nombre de este acto creador es AMOR. Bien sea la unión sexual, intelectual, social, estética, mística, siempre que se efectúe entre dos o varios y resulte de ella uno, hay amor. El amor es, pues, la antítesis del poder. Podrá ser tal vez más poderoso que el poder, pero no es poder” (Waldo Frank, en “El redescubrimiento de América”).

Foto: EL MATERIAL FUNDAMENTAL PARA LA CONSTRUCCIÓN DE GRUPOS ORGÁNICOS: EL AMOR

Parece que me estoy acercando a obtener una respuesta satisfactoria de cual debe ser el elemento aglutinante que permite la construcción de una sociedad orgánica y no mecánica como la actual. Este elemento es el amor, que debe sustituir al componente principal de los grupos mecánicos, el poder. “una masa de personas con poder no puede formar un organismo ni constituir verdadera sociedad; son el rebaño, cuya suma es acumulación de átomos independientes. Ahora bien: el acto creador, e uno u  otro plano, es la función de un uno con otro uno, de suerte que los que eran dos se convierten en uno, en un uno, que antes no existía y que sobrepasa a los unos individuales que lo formaron. El nombre de este acto creador es AMOR. Bien sea la unión sexual, intelectual, social, estética, mística, siempre que se efectúe entre dos o varios y resulte de ella uno, hay amor. El amor es, pues, la antítesis del poder. Podrá ser tal vez más poderoso que el poder, pero no es poder” (Waldo Frank, en “El redescubrimiento de América”).

LA RENOVACIÓN DE LA VIDA FRENTE AL CAOS REINANTE

Al leer a Waldo Frank en su magistral “La Selva Americana” (segunda parte del libro “El redescubrimiento de América”) he comprendido que oponerse a la corriente de nuestro tiempo y suspirar ...por la seguridad y firmeza de la totalidad no es suficiente. La totalidad al que muchos aspiramos es, como dice Frank, “un perfeccionamiento desde dentro del caos; es la realización de la vida dentro del caos…La creación nueva significa la entrada de algunos gérmenes frescos en la materia ya muerta. El romanticismo fue la busca de esta fuerza germinativa nueva y es una exploración. Para superarla de aceptar lo que nos ha traído y lo que ha hecho de nosotros”. Muchos autores que dicen tener como referencia a Sócrates, a Jesús y a Buda, no han aprendido de ellos ni la dulzura ni la gracia, sino más bien una odiosa hostilidad en la despreciada realidad social que nos ha tocado vivir. Para superar la disolución del mundo, que desde los griegos hasta la Edad Media había mantenido al hombre en forma orgánica, no cabe otra medida que la constante renovación de la vida.


Foto: LA RENOVACIÓN DE LA VIDA FRENTE AL CAOS REINANTE

Al leer a Waldo Frank en su magistral “La Selva Americana” (segunda parte del libro “El redescubrimiento de América”) he comprendido que oponerse a la corriente de nuestro tiempo y suspirar por la seguridad y firmeza de  la totalidad no es suficiente. La totalidad al que muchos aspiramos es, como dice Frank, “un perfeccionamiento desde dentro del caos; es la realización de la vida dentro del caos…La creación nueva significa la entrada de algunos gérmenes frescos en la materia ya muerta. El romanticismo fue la busca de esta fuerza germinativa nueva y es una exploración. Para superarla de aceptar lo que nos ha traído y lo que ha hecho de nosotros”.   Muchos autores que dicen tener como referencia a Sócrates, a Jesús y a Buda, no han aprendido de ellos ni la dulzura ni la gracia, sino más bien una odiosa hostilidad en la despreciada realidad social que nos ha tocado vivir. Para superar la disolución del mundo, que desde los griegos hasta la Edad Media había mantenido al hombre en forma orgánica, no cabe otra medida que la constante renovación de la vida.

EL DIOS IMPERFECTO

Decir que la educación actual esta plagada de defectos no es ninguna novedad. Hoy he entendido uno de ellos, quizás el fundamental: la escuela quiere que aprendemos ciertos conceptos, valores e ideas, pero no nos enseña a descubrirlo por no...sotros mismos. Después de haber estudiado en un colegio católico no ha sido hasta hoy, y por mi cuenta, cuando he entendido porque Dios se hizo hombre. Mi opinión es que fue así para evitar el error en el que han incurrido otras religiones, como es considerar que los dogmas religiosos son incuestionables. Que Dios tomara forma humana era, valga la redundancia, humanizarlo, es decir, atribuirle defectos propios de la condición del ser humano, como la imperfección, el error y la ambivalencia permanente entre el bien y el mal. Esta idea no era novedosa. El cristianismo la heredó del pensamiento griego y más concretamente de la figura de los semidioses o héroes. Unos personajes que aglutinaban las cualidades de los dioses como las virtudes y defectos de los hombres.

A diferencia del cristianismo, otras religiones no cuentan con figuras que supongan la encarnación de Dios. Parten de la idea de que el mensaje de su religión fue dictado directamente por la divinidad y plasmado por escrito en su correspondiente libro sagrado. Y claro, algo que se considera perfecto nadie se atreve a cambiar. Es difícil para los seguidores de las religiones a las que me refiero que puedan romper los férreos vínculos que les unen con unos textos que fueron redactados para que nunca fueran cuestionados o interpretados, sobre todo en tiempos de incertidumbres, en los cuales todos buscamos una tabla de salvación a la que aferrarnos para no ser engullidos por la enorme ola de la globalización.
 
Foto: Decir que la educación actual esta plagada de defectos no es ninguna novedad. Hoy he entendido uno de ellos, quizás el fundamental: la escuela quiere que aprendemos ciertos conceptos, valores e ideas, pero no nos enseña a descubrirlo por nosotros mismos. Después de haber estudiado en un colegio católico no ha sido hasta hoy,  y por mi cuenta, cuando he entendido porque Dios se hizo hombre. Mi opinión es que fue así para evitar el error en el que han incurrido otras religiones, como es considerar que los dogmas religiosos son incuestionables. Que Dios tomara forma humana era, valga la redundancia, humanizarlo, es decir, atribuirle defectos propios de la condición del ser humano, como la imperfección, el error y la ambivalencia permanente entre el bien y el mal. Esta idea no era novedosa. El cristianismo la heredó del pensamiento griego y más concretamente de la figura de los semidioses o héroes. Unos personajes que aglutinaban las cualidades de los dioses como las virtudes y defectos de los hombres. 
 A diferencia del cristianismo, otras religiones no cuentan con figuras que supongan la encarnación de Dios. Parten de la idea de que el mensaje de su religión fue dictado directamente por la divinidad y plasmado por escrito en su correspondiente libro sagrado. Y claro, algo que se considera perfecto nadie se atreve a cambiar. Es difícil para los seguidores de las religiones a las que me refiero que puedan romper los férreos vínculos que les unen con unos textos que fueron redactados para que nunca fueran cuestionados o interpretados, sobre todo en tiempos de incertidumbres, en los cuales todos buscamos una tabla de salvación a la que aferrarnos para no ser engullidos por la enorme ola de la globalización.

domingo, 9 de junio de 2013

CHARLAS DOMINICALES CON MI HIJO (II)


Esta mañana he estado con mi hijo en el parque. Después de correr un rato me dice Alejandro:


- Papá, estoy cansado.

 
- ¿Qué te parece entonces si aprovechamos para seguir hablando del mundo de adentro y el mundo de afuera?
 

- Vale, papá.

 
- Mira Alejandro. Observa el jardín. ¿Qué crees que se puede hacer en él?

 
- Pues trabajar plantando nuevas plantas y jugar, me contesta enseguida.


- Sí, pero cuando jugar significa, como tú y yo hacemos, tan sólo darle a la pelota, jugar al escondite o correr, los árboles y las flores significan mucho que lo que aparentan. De hecho a tí te encanta esconderte tras ellos. ¿No es cierto? Y que me dices a menudo de estas flores. ¿No me has comentado que haces unas semanas no estaban allí?
 

- Es cierto, papá.

 
- ¿Y no es verdad que una de las cosas que más nos gusta hacer cuando venimos al jardín es mirar cómo va cambiando según se suceden las estaciones?

 
- Sí, como hicimos esta mañana nada más llegar.

 
- Justamente, contemplamos como crecen algunas plantas tardías, viendo los pimpollos ya formados y descubriendo aquí y allá algún abeja que atisba las últimas flores que se abren; y nuestros amigos los pájaros también, no muy lejos.

 
-¿Qué crees, Alejandro, que se puede hacer con este jardín además de trabajarlo, contemplarlo y jugar en él? ¿Qué es el  jardín para tí cuando volvemos a casa y tras pasar la tarde te llevo a la cama para dormir? ¿No recordamos y comentamos lo que hemos junto ese día? Cuando hacemos esto todavía podemos verlo. Sí, de nuevo el sol brilla, se abren las flores y cantan los pájaros; y todo, en algunos aspectos, es más hermoso que antes. Es otro modo de mirar. ¿No es cierto, hijo? El jardín ha entrado en nuestro interior; está en el mundo de adentro ahora.

 
-¿Se te ocurre alguna cosa más que podamos hacer con el jardín?

 
-Ahora mismo no se ocurre nada, papá.


Te lo diré. Pero antes imagina que fuéramos los jardineros del parque. ¿Te gustaría?


Estaría muy chulo. ¡Me encanta jugar con la tierra!


Si fuéramos los jardineros podríamos pensar qué vamos a hacer con el parque; idear proyectos y planes. ¿No crees que faltan flores en ese extremo del jardín, donde descansa aquel hermoso gato?

 
Es verdad, papá. Hay un hueco muy feo que podríamos llenar de flores de colores.


¿Cómo se te ocurre que podríamos plantar las flores para que queden bonitas?


No sé, papá. Ah, sí. ¿Qué te parece si las ponemos en círculo y vamos alternando flores de distintos colores como si fuera un arco iris?


Muy buena idea, Alejandro. ¿Y si plantamos unas semillas sin que nadie se entere?


¿Podemos?


Bueno, no creo que pase nada. No estamos haciendo nada malo si ayudamos a embellecer este jardín.


¿Te digo una cosa?


¿Qué papá?


Pues que me he traído unas semillas y ahora que no nos ve nadie vamos a plantar. ¿De acuerdo?

 
Sí, sí. Hagámoslo. ¡Qué divertido!

 
Bueno, Alejandro ahora que hemos terminado de plantar las semillas que trajimos, reflexionemos un momento sobre lo que hemos hecho esta mañana en el jardín.


Empezamos en el mundo de afuera, jugando en el jardín y observando las flores que han brotado esta primavera, además de recordar como era hace unas semanas. Pero no nos conformamos con jugar, ver o recordar: nos adentramos más en el mundo de adentro. Dimos un paso más en éste cuando empezamos a pensar y planear activamente como podríamos completar ese extremo del jardín abandonado; y luego, al plantar las semillas que papá trajo de casa, volvimos una vez más al mundo de afuera. Así, cuando la próxima primavera volvamos al jardín veremos el resultado de nuestro plan y podremos apreciar las bellas flores cuyas semillas acabamos de sembrar.

 
¿Entiendes ahora la necesidad de vivir y estar activo tanto en el mundo de adentro como en el mundo de afuera?


Sí, papá. Pero, ¿Por qué en la escuela tan sólo nos enseñan a vivir y actuar en el mundo de adentro? Es muy aburrido y nunca aprendemos a hacer planes y llevarlos a la práctica.


Estoy muy satisfecho Alejandro. Veo que lo has entendido a la perfección. En la escuela, como tú bien dices, permanecéis demasiado tiempo en el apartado de los recuerdos, es decir, de la memorización. Mi propósito con la charla que estamos teniendo es convertirte en una persona capaz de convertir estos recuerdos en actos y, a partir de los proyectos y planes que surjan a partir de tu conocimiento, experiencias y sentimientos, volver nuevamente al mundo de la acción.

 
Mira, hijo. Tu padre tiene ya suficientes años para sacar algunas lecciones de la vida. Una de ellas es observar que los que se quedan rezagados, en la mansión de la memoria, pueden adquirir más y más erudición, pero nunca harán mucho. A decir verdad, esto es lo que anda mal como demasiada gente de la cultura; a esto se debe que se sientan paralizados y no puedan hablar ni actuar aunque la ocasión lo reclame.

 
Otro día te contaré como tu padre y otros amigos conseguimos, al entender esta lección, que hoy día exista este parque.


¡No me digas, papá!¡Cuéntamelo!


No, es tarde. Ya va siendo hora de volver a casa.


jueves, 6 de junio de 2013

LA FIGURA DE ATLAS



Durante el transcurso de las V Jornadas de Historia de Ceuta, mi colega Noé Villaverde Vega presentó un interesantísimo estudio titulado “Ludi en Mauretania Tingitana”. Los que tuvimos la oportunidad de presenciar su conferencia nos quedamos boquiabierto cuando planteó una propuesta hipotética relacionada con la iconografía atlántica. Partiendo de una fotografía del Monte Musa, o lo que los ceutíes conocemos popularmente como la “Mujer Muerta”, superpuso un imagen del Atlas Farnesio que se conserva en el Museo de Nápoles. El resultado era alucinante. La similitud con el perfil de “Sierra Bullones” era más que evidente. Yo he realizado un montaje similar, pero mucho menos logrado, que el de mi amigo Noé, pero que sirve para que os hagáis una idea de lo que trato de explicar.
            Según se comenta en este estudio, “la referencia más antigua conocida sobre el Monte Atlas es la Odisea (52-54) que remonta al siglo IX a.C., según la cual “al pie del Monte Atlas se situaba la isla Ogigia, dónde habitó la ninfa Calypso” lo cual facilita según V.Berard (1929), con la Isla del Perejil al pie del Monte Musa que con sus 839 m. de altura preside imponente la orilla africana del Estrecho”.
            Continúa comentando el Dr. Villaverde, “esa figura popularmente conocida y denominada en Ceuta “la mujer Muerta” es claramente perceptible si se navega desde el Mediterráneo hacia el Atlántico por el centro del canal del Estrecho. Por tanto no debió pasar desapercibida para los navegantes de la antigüedad, que debían referenciar sus navegaciones a través de los accidentes orográficos. Es pues posible que tal relieve antropomórfico figurase en documentos cartográficos remotos, originando el mito del titán Atlas rebelado contra Zeus y por ello petrificado a permanecer eternamente condenado a sostener la bóveda celeste en el confín de las tierras conocidas…”.

PRIMER VIAJE AL REINO DE LA TOTALIDAD

Tras un día intenso dedicado a la lectura, la reflexión y la escritura me acuesto para dormir. Enseguida el cuerpo se relaja, pero la mente sigue acelerada. Han sido muchas horas de meditación y la inercia del pensamiento me impide descansar. Al instante mi mente comienza a esbozar una reflexión a modo de resumen de todo lo aprendido en el día. Gracias a la concentración en la idea de la totalidad empiezo a comprender la realidad de nuestra existencia. Vivimos inmersos en el caos. Somos una partícula que es movida por las ráfagas de la inmediatez y no tenemos un lugar al que asirnos para evitar golpearnos con los miles de objetos y otros individuos que flotaban a nuestro alrededor. Sentimos una gran desazón interior al no tener conciencia del espacio en el que nos movemos. Todo a nuestro alrededor está cubierto por una densa niebla que no nos deja ver más allá de nuestro cuerpo. Ocurre entonces que lo pensaba que se convierte en realidad. Me siento trasladado a este lugar imaginario, húmedo, invadido por una atmósfera impenetrable que me recuerda a las espesas nieblas veraniegas.

El miedo me atenaza y tras una infructuosa lucha por volver a la conciencia dejo de luchar con los vientos que me agitan y como recompensa empiezo  de nuevo a sentir mi cuerpo: primero las manos, luego los pies, el tronco, la cabeza, la propia piel….Noto que la sustancia que me rodea es la materia prima de mi propio cuerpo. Me siento parte de lo que antes consideraba elementos hostiles y comienzo a tomar conciencia de la totalidad. Al observar a los seres que pululan junto a mí,  me sorprendo al apreciar que son semejantes a mi recién revelada composición y fisonomía. Un sentimiento de fraternidad comienza brotar en mi corazón del que ahora siento sus constantes latidos con un ritmo que es el propio del cosmos. Ya no me considero separado, impenetrable y solo. Algo por encima de mi individual existencia, -el todo, Dios, el universo-, me une a todo lo que hasta ahora me parecía un caos imparable y fatigador.

…La espesa niebla comienza a disiparse. Siento como mi cuerpo se eleva impulsado por una fuerza misteriosa hasta un plano superior, desde el cual aprecio con claridad que el lugar donde hasta ahora residía  no era más que una pirámide invertida. En la base de la pirámide aún se concentran miles de almas errantes y objetos de los más diversos a los que estos seres quieren agarrarse como tabla de salvación y cuando lo consiguen no hacen más que arrastrarlos al fondo del abismo. Agitados por los vientos del caos, sin tener conciencia de que apenas le separan unos centímetros de las paredes que conforman su prisión, lanzan desesperados gritos de auxilios y claman justicia de forma separada provocando un ininteligible galimatías que no hace más que incrementar su desesperación.

            En este plano superior de la conciencia y el entendimiento encuentro a otros seres que me esperan con gesto amable y bondadoso. Sus nombres me resultan familiares: Ralph Waldo Emerson, Walt Whitman, William Blake, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, el sufí Hasan al-Basri, Buda, Lewis Mumford,  etc…Uno de ellos toma la palabra:

- Bienvenido, soy Waldo Frank y te hablo en nombre de quienes en el plano inferior somos denominados místicos. Quisiera explicarte cómo es la vida aquí. Los que hemos sido impulsados hasta este plano superior nos consideramos y nos tratamos como iguales, por tanto, estamos por encima de la fe,  de la justicia y de la injusticia, falsas hijas que han provocado esta separación entre los dos mundos que ahora puedes apreciar. Fíjate cómo esta separación del todo lleva a que la suerte de los residentes el plano inferior, al estar separada, sea presa de las oscilaciones del azar, la duda y la desesperanza. Aquí no sentimos la importancia individual, ni la compasión por nosotros mismos o por los demás, pues quienes nos vemos como una fase del todo no estamos nunca agobiados por el dolor, -si en algún momento nos sentimos vencidos-; o por la alegría, si en un momento la vida ilumina su gloria o inteligencia sobre alguno de nosotros. En este lugar estamos libre de la premura del tiempo, puesto que hemos aprendido que el tiempo es una dimensión de nuestra fase mortal, una función de la persona, que debemos aceptar con calma y amor, dentro de la imagen del todo intemporal.

- Lo que me dices me resulta extraño, pues en el lugar de donde procedo flotamos como átomos independientes y nuestro ser interior se encuentra desgajado en miles de piezas de un puzzle que no conseguimos encajar.

Al decir esto, toma la palabra otra persona cuya voz y rostro me resultan familiares. No sé si sabes quien soy. Me llamo Lewis Mumford. Y sí, soy el responsable de que estés aquí. El azar que reina en el Reino del Caos del que todos procedemos quiso que cayera en tus manos uno de mis libros. Nosotros tenemos por costumbre lanzar desde este altozano nuestros libros para descubrir candidatos a formar parte de este Reino de la Totalidad. Algunos tienen la suerte de que les caiga alguno de ellos a su alrededor, pero la mayoría los desprecian. Prefieren aferrarse a cosas superfluas como las televisiones, los móviles y cosas parecidas. De entre quienes nos leen no todos llegan a entender nuestro mensaje.

- Le interrumpo, con lágrimas en los ojos de emoción al poder hablar con quien considero mi maestro, ¿Cuál es el mensaje?

- A lo que me contesta Mumford. Lo sabes perfectamente. Si no fuera así nunca habría llegado hasta aquí. En cualquier caso, siempre es bueno recordarlo. El mensaje es que “el todo está siempre dentro del foco de sus partes. Un todo que es expresado solo mediante condiciones particulares. Cada condición particular es, a la vez, única y universal. Y ser una parte así condicionada, como son todos los hombres, no significa servidumbre más que cuando el hombre carece de la ley del todo, del que forma parte y que hace real su participación”. Todos los que hoy te hemos salido a recibir y otros que se encuentran recibiendo a otros recién llegados, cuyos nombres te sonarán (Goethe, Dickens, Víctor Hugo, Whitehead, Patrick Geddes, Ebenezer Howard, Henry Wright, tu paisano Gaudí,…), formamos parte del ejercito de los organicistas que desde el Reino de la Totalidad luchamos contra las fuerzas del complejo del poder, conocidos como los mecanicistas, que quieren mantener y acrecentar el Reino del Caos.

- ¿Y que puedo hacer yo?, pregunté.

- En parte ya lo estas haciendo con tus escritos que seguimos con interés. Necesitamos que seas constante. A lo que añade Waldo Frank: sabemos que habrá momentos en que te veas aislado y atacando de frente el impenetrable caos de cien millones de seres. Pero, por mucho que sufras, debes seguir adelante. No hay otro camino para ti. Recuerda que nadie nace si no está destinado a nacer. Ten en cuenta que no estás solo. Si miras dentro de ti con ojos bien abiertos, conocerás que la soledad no existe, porque llevas el cosmos dentro de tu persona y eres el heredero, como el resto de tus congéneres, de la totalidad del pensamiento humano. Al aceptar tu condición de mortal, has empezado a tomar conciencia de otros hombres que viven la misma vida que tú. En el destino está escrito que formareis un grupo de acción. Nosotros maniobramos desde el Reino de la Totalidad para favorecer que entréis en contacto. Acércarte a quienes, antes que tú han tenido una visión de la totalidad y han entendido y aceptado su misión.   

Me corresponde a mí, como tu alumbrador y guía, darte un último consejo, dice Lewis Mumford. Lo escribí para ti y para otros como tú. Cuando vuelvas al Reino de Caos busca el libro que siempre tienes entre tus manos: “la conducta de la vida” y lee su últimos párrafos, allí encontrarás la respuesta.

- Pero, ¿Qué debo hacer?...

-          Sí, ¿Qué pasa?

-          Son las ocho. Es hora de despertar a Alejandro y prepararlo para ir al colegio.

-          Espera, Silvia. Estoy un poco aturdido. He tenido un sueño muy profundo. Déjame que vaya un momentito al servicio para echarme agua en la cara y a ver si así me espabilo.

-          Vale, pero no te entretengas.

Al mojarme el rostro recuerdo la parte final del sueño y recuerdo las últimas palabras de  Mumford. A pesar de la advertencia de mi mujer, llego a la biblioteca y cojo el libro de que me habló en sueños Lewis Mumford. Con ansiedad paso las páginas hasta llegar al final y mis ojos escrutan las letras:

“Días duros y amargas noches pueden quedan todavía por delante para nosotros de manera individual, y para la humanidad en su conjunto, antes de que venzamos a las actuales fuerzas actuales de la desintegración. Pero por todo el mundo se aprecia un tenue brillo de color en las ramas más altas, el brillo de los brotes que anuncian, -a pesar de las heladas y las tormentas por venir-, la llegada de la primavera: signos de vida, signos de integración, signos de una más profunda fe para vivir y de una próxima renovación general de la humanidad. El día y la hora están a nuestra mano cuando nuestros propósitos individuales e ideales, reforzados por nuestros vecinos, se unan en un nuevo drama de la vida que servirá a otros hombres como sirven a nosotros mismos. El camino que debemos seguir está inédito y cargado de dificultades; éste pondrá a prueba al máximo nuestra fe y nuestros poderes. Pero este es el camino hacia la vida, y aquellos que lo sigan triunfarán”. 

Miro por la ventana. La luz entra con fuerzas en mis ojos e ilumina mi corazón. La primavera que pronosticaba Mumford que llegaría la siento con fuerza. Las semillas que dejaron plantadas los organicistas están comenzando a brotar. Nuestra misión es cuidar estos brotes que anuncian la llegada de la primavera, regarlas con las aguas renovadas de nuestro tiempo y con las flores que den comenzar a dibujar un nuevo jardín que anuncie la renovación de la vida. Cuando vuelvo la vista al interior de la casa me encuentro con la sonrisa de mi pequeña Sofía. Ella representa el nacimiento de esta primavera que durante tanto tiempo esperábamos que llegara para hacer posible un mundo nuevo.