lunes, 1 de abril de 2013

ENFERMEDADES DE LA CIVILIZACIÓN

            Reflexionando sobre la enfermedad vino a mi memoria la lectura del libro “Némesis médica” de Iván Illich, o los apuntes de André Gorz, en “Ecología y política”, que analizaron de manera brillante la relación entre medicina, salud y sociedad. Estos autores coincide en destacar una idea que puede resultar obvia, pero que tenemos costumbre de olvidar: las enfermedades aparecen y desaparecen en función de factores relacionados con el medio ambiente, la alimentación, el hábitat, el modo de vida y la higiene (hygieia), entendida, en su sentido original, como el conjunto de reglas y condiciones de vida. Una mejora en estas últimas, tales como la existencia de una eficaz red de abastecimiento y saneamiento o la alfabetización, explicaría el 85,8 % de las disparidades de esperanza de vida en el mundo. Quizá muchos ignoran que la ausencia de tratamiento de las aguas fecales es actualmente la principal causa de muerte en el planeta, o por decirlo de otra manera, la construcción de la redes de saneamiento en las ciudades a finales del siglo XIX aumentaron la esperanza de vida en más de veinte años.

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                                    Iván Illich

Según André Gorz, “la medicina no puede dar la salud cuando el modo y el medio de vida la degradan. Los antropólogos y los epidemólogos lo saben de sobra: los individuos no solamente enferman a causa de algún ataque exterior o accidental, curable mediante cuidados técnicos: enferman también, aún más frecuentemente, por la sociedad y la vida que llevan... Resulta evidente que las enfermedades degenerativas, así como la infecciosas de las que han tomado el relevo, son fundamentalmente enfermedades de civilización”. Así, siguiendo la terminología creada por Winkelstein, tendríamos que hablar de enfermedades de la opulencia (provocadas por el exceso de ingesta de alimentación, el escaso ejercicio físico, etc…); enfermedades de la velocidad (estrés, ansiedad,…), enfermedades de la contaminación, etc…

                                        André Gorz

 
En un estudio de la Agencia Internacional para la investigación contra el cáncer, dirigido por el profesor Higgison, estableció que el 80 % de los cánceres son debidos al medio y al modo de vida de las sociedades industriales. Cada día disponemos de nuevos datos respecto a los caracteres patógenos de la contaminación del agua que bebemos; del aire que respiramos; de los alimentos que consumimos, cargados de pesticidas, hormonas y antibióticos; de los productos químicos que utilizamos a diario; y hasta de las prendas que vestimos. Sabemos igualmente que las condiciones laborales causan muchas enfermedades, que la contaminación acústica afecta cada día a más personas, que el ritmo impuesto por la sociedad capitalista produce graves desequilibrios emocionales, a unos niveles que ha llevado a situar al suicidio como la principal causa de muerte no natural en los países desarrollados. Todos tendríamos que hacernos la siguiente pregunta. ¿Por qué exigimos constantemente medios contra las consecuencias y costos de la enfermedad, pero no para protegernos contra las enfermedades mismas, eliminando sus causas?¿Por qué reivindicamos más medios sanitarios en lugar de preocuparnos de las condiciones que harían prescindir en buena medida de sus cuidados?¿Por qué en lugar de modificar nuestros hábitos de vida malsanos exigimos a nuestro médico que atenúe sus efectos?. La respuesta, en opinión de André Gorz e Iván Illich, habría buscarla en el hecho de que “la práctica de la medicina es un comercio; las relaciones entre los profesionales de las atenciones médicas y el público son relaciones mercantiles: el profesional vende lo que los clientes piden o aceptan adquirir individualmente. La medicina está desempeñando de hecho una acción defensiva del estado de cosas existentes: postula implícitamente que la enfermedad es imputable al organismo enfermo y no a su medio vital y laboral, y con ello no pone en cuestión esas formas de vida y de trabajo contra las cuales se rebela el organismo defendiéndose de ellas con una especie de huelga simbólica. La mayor parte de las enfermedades, en efecto, significan también un “no puedo más” del enfermo, una incapacidad para adaptarse o enfrentarse por más tiempo a una serie de circunstancias que comportan un sufrimiento físico, nervioso, psíquico insostenible a la larga para este individuo, y para todo individuo sano… La higiene, es decir, el arte de vivir de una forma sana, sólo puede integrarse en las conductas y actividades cotidianas en la medida en que los individuos sean dueños de su ritmo y de su medio de vida y trabajo”.

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En definitiva, nuestra salud esta a merced de un modo de vida impuesto por una pensamiento tecnoburocrático del que resulta muy difícil salir y unas condiciones ambientales, igualmente relacionadas con la lógica capitalista, que afectan gravemente a nuestra salud física y mental. El cambio es posible, la esperanza persiste, pero el precio que debemos pagar es muy alto en concepto de cambios en nuestros hábitos y costumbres. La viabilidad de esta transformación depende tanto de un radical cambio en nuestra actitud personal, -que en materia de salud pasaría por comer menos y mejor, hacer ejercicio y aquilatar los beneficios de nuestro elevado “nivel de vida”-; como en promover desde el ejercicio de una ciudadanía activa las modificaciones de carácter global que harían viable otra manera de vivir…y de morir.

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3 comentarios:

  1. Buena aportación, José Manuel! Me apunto las dos obras que has citado para leerlas proximamente. Aprovecho también para recomendar la lectura de "historia de la salud natural" de Octavi Piulats y compartir un fragmento de un articulo, que va con algunos documentos anexos:

    "Una de las tragedias de la sociedad contemporánea es ciertamente la crisis biológica, es decir, la degradación acusada y generalizada de la salud pública a consecuencia de las nocivas condiciones de vida a las que nos induce el sistema estatal-mercantil establecido. Así, cada vez más personas, de franjas de edad cada vez más jóvenes, se ven afectadas terriblemente por el cáncer. Las defunciones por cáncer no han dejado de aumentar en las últimas décadas y hoy 20.000 mueren cada día por esta causa. La actuación conjunta de la farmafia y los falsimedia inducen a estas personas a la confusión, el desconocimiento y el miedo. De este modo, a menudo quedan atrapadas en los engranajes de la radioterapia y la quimioterapia, por lo que su salud es notablemente degradada, si no triturada hasta el fallecimiento, cuando su suerte podría haber sido otra gracias a remedios realmente efectivos y considerablemente más baratos, basados en restablecer la potencia regeneradora y purificadora del propio organismo. Pues bien, para intentar contrarrestar este despropósito, puede resultar fructuoso que compartimos unos cuantos documentos. Por supuesto, probablemente algunas de las tesis que se reflejan en algunos de estos documentos están alejadas de la verdad, pero posiblemente la reflexión profunda, la la investigación imparcial y la discusión colectiva nos servirá para sacar el grano de la paja y acercarnos a la verdad sobre esta enfermedad."
    extraido de:
    http://blaidalmau.blogspot.com.es/2012/12/tv3-no-te-cura-el-cancer-si.html

    Salud y Revolución Integral!

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    1. Hola, Blai. Celebro que te haya parecido interesante el artículo. No hace muchos años, la editorial Fondo de Cultural Económica (FCE) publicó una recopilación, en dos volúmenes, de las principales obras de Iván Illich. Este autor conocía perfectamente todo lo que se mueve en el entorno de la sanidad institucional. Con apenas cuarenta años le detectaron un cáncer en el rostro. Los médicos le dijeron que si no se operaba de inmediato no le daban más de un año de vida. A pesar de esta advertencia, renunció a los tratamientos convencionales, de los que hablas en tu artículo, y optó con remedios naturales. Sobrevivió más de treinta años, eso sí con fuertes dolores. Y nunca perdió la sonrisa ni las ganas de vivir. No encontras un foto de Illich en la que aparezca con la sonrisa en la boca. Todo un ejemplo vital.
      Respecto a André Gorz, considero que es un pensador a tener en cuenta. Una persona que demostró una gran coherencia entre su pensamiento y su vida. Además de su amplia obra intelectual, publicó un hermosísimo libro que cuenta su relación con su mujer. Se títula "Historia de un amor". Su mujer fue víctima de la medicina institucional. A causa de una negligencia médica padeció muchas dolencias. No te cuento como finaliza la historia de amor entre estos dos maravillosos seres humanos. Gracias por tu artículo y por las referencias que aportas a este importante asunto. Un cordial saludo,

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  2. Muchas gracias, José Manuel, por tan interesante y edificante información! Sabia lo de la curación del cancer de Illich, pero desconocia lo de su sonrisa permanente, cosa que me parece encomiable en una situación así. Un cordial saludo!

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