viernes, 29 de marzo de 2013

EL MUNDO BIDIMENSIONAL

Durante una visita a Nueva York, Albert Einstein mantuvo una conversación con Waldo Frank en la que el sabio físico le confesó la impresión que le había causada la Gran Manzana: “esto parece una tierra de solo dos dimensiones”.  La ciudad que representa el poder capitalista era percibida por Einstein, desde su agua visión científica, como un mundo que no tenía más que superficie. En palabras de Frank, “su energía va siempre encaminada a formar fronteras de la acción, sin profundizar nunca, sin convertir nunca lo conquistado en tercera dimensión”. Esta inteligente observación es más clara ahora que cuando fue escrita hace más de setenta años. Todo hoy día se queda en la superficie. No hay más que echarle un vistazo a lo que se publica en los medios de comunicación, leer los comentarios simplistas que se repiten hasta la saciedad en las redes sociales, escuchar los absurdos y superficiales análisis de políticos y “expertos”, ver los idiotizantes programas de la televisión, etc….
 
File:Einstein1921 by F Schmutzer 2.jpg
 
Incluso en ciertos dominios en los que se sobreentiende debe estar presente las tres dimensiones básicas de la realidad, como  en la arquitectura, nos damos de bruces contra esta mutilada percepción del mundo. En la mayoría de las ciudades en la que se ha impuesto el denominado “Estilo Internacional”, la arquitectura, según Waldo Frank, “es plana, no tiene fondo, y, como consecuencia, hace ante la mirada inteligente el efecto de algo etéreo e ilusorio. Puede representar el poder, que es capaz de proyectar múltiples cosas de dos dimensiones, pero que no es capaz de crear ese fondo en el cual comienza la vida real: “la tercera dimensión”, que en otro lenguaje se llama “conciencia” o “espíritu”.

File:New York from Empire State Building.jpg


                Las dos dimensiones en la que se representa el melodrama actual son la dimensión grupo y la ego-somática, mientras la dimensión cósmica ha sido relegada a un papel secundario, cuando no ha quedado completamente fuera del guión. De las distintas posibilidades de conjunción de las tres dimensiones del yo, la predominante en nuestro tiempo  es aquella en la que la dimensión del ego dirige, produciendo el ego colectivo del rebaño, bien imaginándose que es cósmica, o bien suprimiendo lo cósmico. El  ser egocéntrico se ha convertido en el protagonista exclusivo de este melodrama, cuyo desenlace anuncia que acabará en tragedia.
 
File:Thomas Keene in Othello 1884 Poster.JPG
 

                La paradoja de la época  en la que nos ha tocado vivir es que, mientras a nuestros hogares llegan las pantallas de visión tridimensional, nuestro mundo interno y externo ha quedado reducido a dos dimensiones y, si no hacemos un gran esfuerzo en la dura tarea de la sociointegación y la psicointegración, estaremos condenados a vivir en un mundo de una sola dimensión, en la de nuestro engrandecido ego.
 
 

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