martes, 4 de diciembre de 2012


Una de las necesidades urgentes de nuestro tiempo es reconquistar nuestro sentido de lo que debe ser el hombre. Al pensar en ello he recordado el contenido de una obra prácticamente desconocida de Walt Whitman que se llama “Perspectivas democrática”. Así describe Whitman su modelo: “ …Nuestro modelo es indispensable que sea sano y robusto; nunca debieran interrumpirse las cuestiones de la alimentación, el buen aire, el ejercicio físico, la asimilación y la digestión. Fuera de esto, columbramos una personalidad bien definida: en la juventud, fresca, ardiente, emocional, entusiasta, plena de aventura; en la madurez, valiente, perceptiva, dueña de sí misma, ni muy habladora ni muy reticente, ni excesivamente eufórica ni sombría- En cuanto a su aspecto físico, veo yo a un hombre erguido, de dilatado pecho, tez lozana, voz musical y movimientos fáciles; ojos de mirada firme y calma al par, y asimismo capaz de centellear; la presencia, en fin, que lo capacite para tratarse con los más encumbrados (porque sólo la naturalidad, y tan sólo la naturalidad, permite a un hombre alternar con presidentes o generales con el debido aplomo, y no la cultura, ni tampoco los conocimientos o dotes intelectuales de cualquier naturaleza)”.
 
 
 
 

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