miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL NACIMIENTO DE SOFÍA

           Llevo un par de días sin publicar en el blog por un motivo más que justificado: el nacimiento de mi hija Sofía.  El nacimiento de este espacio dedicado a la renovación de la vida ha venido a coincidir con la llegada al mundo de Sofía, una preciosa niña que se ha  asomado a la vida en este frío mes de diciembre en Granada. Tengo la esperanza de que el proyecto para la renovación de la vida, al que dedicó Lewis Mumford buena parte de su vida y su obra, alcance, durante la vida de mi hijo Alejandro y de mi hija Sofía, la definitiva fase de asimilación y encarnación.

Entre las críticas que algunos autores han hecho  al pensamiento de Mumford se ha aludido a su carácter demasiado teórico. Cierto es que en sus libros se apuntan muchos objetivos  y a todos nos gustaría que hubiera sido un poco más concreto a la hora de trazar la senda que nos lleva a la consecución de estas metas. Sensible, quizás, a esta demanda, en el libro que concluye su serie “La renovación de la vida”, “La conducta de la vida” (1951), incluyó un capítulo  titulado “Disciplina para la vida diaria”. En este apartado, el más “práctico” de esta obra y casi me atrevería a decir de todos sus libros, Mumford señala que aquellos que buscan transformar nuestra civilización deben establecer una constante disciplina de la vida cotidiana basada en las siguientes actividades: la variación en las experiencias laborales y de ocio; el reparto de las responsabilidades ciudadanas; y la participación en todo el ciclo de la vida familiar.
Para Mumford,  “la reconstrucción de la familia, la asunción de rol como amante y padre, como hijo o hija, es vital para una vida equilibrada”.  Según su percepción, “La violencia y el mal de nuestro tiempo han sido, visto en conjunto, el trabajo de hombres sin amor: hombres impotentes que codician poder sádico para ocultar su fracaso como amantes: hombres reprimidos y frustrados,  discapacitados emocionalmente por padres sin amor y buscando venganza refugiándose en un sistema de pensamiento o un modo de vida en el que el amor no puede inmiscuirse: en el mejor de los casos, personas cuyos impulsos eróticos han sido separado de los ritmos normales de la vida; egocéntricos átomos de explosión erótica, incapaces de asumir las múltiples responsabilidades de los amantes y los padres a través de todas las etapas de la vida; indispuesto a aceptar las pausas y la abstención del embarazo, haciendo de la propia unión sexual un obstáculo para las otras formas de unión social que fluyen de la vida familiar”.

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